En aquel tiempo Dios hablaba con ellos, como el trato de un padre a un hijo, les pidió una ofrenda, algo que demostrara cuanto lo amaban. Por un lado Caín, labrador de la tierra, y por el otro Abel, pastor de ovejas. Cada uno tenía la oportunidad de dar lo mejor de si para agradar a Dios, la mejor ofrenda, de lo que ellos mismos eran capaces de realizar.
Solo Abel entendió que era dar lo mejor de si mismo, y así fué...Dios dirigió su mirada hacia él.
¿Cuántas veces hemos mezquinado lo que somos, nuestra dedicación, nuestro tiempo, nuestro ser...NUESTRA OFRENDA A DIOS?. Pensamos que era lo mejor que podíamos dar, pero solo era una pequeña parte de todo lo que Dios nos dio. Seamos sinceros y analicemos esta situación. ¿Queremos empezar el año y que Dios apunte su mirar hacia nosotros?. Tenemos que ser la mejor ofrenda.
Dios los bendiga.